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¿Quiénes habían oído el discurso de Ráma?

Sabios como Vasishtha y Viswámitra, doctos ministros, miembros de la familia real incluyendo a su padre el rey Dasharatha, muchos ciudadanos, hombres santos, sirvientes, los pájaros en las jaulas, los animales domésticos, los caballos del establo real, los sabios divinos y los músicos del cielo. Probablemente el rey del cielo y los encargados de los otros mundos también las habían escuchado. 

DISCURSO DE RAMA

Querido padre, admirados sabios de la asamblea Vasishtha y Viswamitra, doctos ministros y miembros de la familia Real,  intentaré responder adecuadamente a vuestras preguntas.

He crecido felizmente en este palacio y he sido educado por los más prestigiosos maestros. Hace poco tiempo he realizado una peregrinación por la tierra de Bharata y en ese periodo se ha apoderado de mí una serie de pensamientos que me han quitado todo aliciente por las cosas del mundo. Mi corazón se pregunta constantemente: ¿Qué es lo que la gente entiende por felicidad y cómo puede conseguirse en este mundo a base de objetos que están en continuo cambio y degeneración? ¡Todos los seres de este mundo nacen para morir y mueren para volver a renacer! No veo ningún sentido en esta rueda sin fin cuyas raíces son el pecado y el egoísmo.

La muchedumbre de seres aparecen en este escenario que llamamos mundo y la mente finge unas complejas relaciones entre ellos. Todas las cosas de este mundo, tal como las vemos ante nosotros, sólo dependen de nuestras construcciones mentales. ¡Y cuando la examinamos con atención, la propia mente parece irreal y huye de nuestro pretendido conocimiento como el agua de una cesta! Pero seguimos hechizados por ella sin atender a razones ni argumentos. ¡Es como si estuviéramos en el desierto y corriéramos hacia un espejismo con la inútil esperanza de saciar nuestra sed en sus brillantes arenas!

Señor, aunque no somos esclavos vendidos a un amo, vivimos una vida de esclavitud que nadie sería capaz de envidiar. Sin conocer cuál puede ser la verdad, deambulamos sin rumbo por el espeso bosque desconsolador del mundo sensible. ¿Pero qué es este mundo? ¿Qué es lo que nace, crece y muere en él? ¿Cómo podemos poner fin al sufrimiento humano. Mi corazón sangra de dolor, aunque no derrama ni una sola lágrima para no preocupar demasiado a mis hermanos. 

Condena de la opulencia

Igualmente absurda, padre, es la opulencia que engaña al codicioso. Tan inestable y fugaz como el arco iris, da origen a interminables desvelos y provoca un ansia insaciable de mayores riquezas y preocupaciones. No tiene ninguna relación con los méritos de las personas, y tanto puede estar en manos del bondadoso como del más arrogante malvado. Por regla general, la gente es buena, amable y compasiva hasta que su corazón se endurece por la codicia. La riqueza contamina el corazón del sabio, del héroe y del más sensible y delicado de los hombres. Riquezas y felicidad no suelen acostarse juntas. Raro es el hombre poderoso que no tiene enemigos que menoscaben su fama y alteren su ecuanimidad.

La opulencia es la noche que cierra la flor de loto, la luz lunar que favorece el sufrimiento y la angustia, la ráfaga de viento que apaga la lámpara que tiembla en la oscuridad, la inundación que impulsa la ola de la enemistad, el agitado viento que extiende la nube de la confusión y el agente desencadenante de la enfermedad, la depresión y la angustia. Es la serpiente de los malos pensamientos que aumenta el miedo del que vive angustiado, el hielo que seca la delicada planta del desapego, el terciopelo de la noche para el búho de los malos deseos, el eclipse de la luna de la sabiduría; la aparición de las riquezas pervierte sin excepción la naturaleza bondadosa de los hombres. Se podría decir que la opulencia busca con afán al que ya ha sido elegido por la muerte.

Naturaleza ilusoria de la vida

¡Lo mismo ocurre con la vida, sabio señor! Su duración es como la de una gota de agua que resbala sobre la hoja del loto. La existencia sólo puede ser gratificante para los que gozan de autoconocimiento. Abrazar el viento, romper el espacio o intentar ensartar olas en una guirnalda, es más sensato que confiar ingenuamente en esta vida. Procurando en vano alargar su duración, el hombre sólo consigue aumentar sus sufrimientos y prolongar su dolor.

Sólo vive realmente el que se esfuerza por conquistar el autoconocimiento, que es lo único valioso que podemos alcanzar en esta vida y lo que pone fin al cruel ciclo de las reencarnaciones. El hombre que lo desdeña pasa su vida como los asnos. El conocimiento de las escrituras sólo es un fardo pesado y lacerante para el que está rodeado de deseos; el que vive agitado y descontento, no puede sufrir el peso de su propia mente; para el que carece de autoconocimiento la mera existencia ya es una carga insoportable. Los dientes del tiempo roen sin descanso la cuerda de la existencia. La termita de la enfermedad destruye a los seres vivos por muy sanos que parezcan. La muerte está siempre acechando a la vida, como el gato está atento a los movimientos del ratón para saltar sobre él y despedazarlo.

Peligros del ego

Querido señor, me siento espantado al contemplar la naturaleza del verdadero enemigo de la sabiduría que llamamos ahamkára o sentimiento del ego. Nace en la oscuridad de la ignorancia, y se alimenta de esa misma ignorancia. Todos los sufrimientos giran en torno al ego, y en realidad es la única causa de la angustia. ¡Creo que este sentimiento es mi verdadera enfermedad! El ego atrapa a los seres vivos en la red de los objetos sensibles. Las mayores calamidades del mundo tienen su origen en este sentimiento del ego, que destruye el autocontrol, la virtud y la ecuanimidad. Deseo permanecer en mi mismo, despojándome de la noción «yo soy Rama» y de todos los deseos que nacen de esa idea. Comprendo que todo lo que he realizado bajo el dominio de esa noción egoísta es absolutamente inútil y perverso.

Mientras esté bajo la influencia del ego, no puedo ser feliz; sólo seré dichoso cuando me libre de esta idea egótica y maldita. El sentimiento del ego produce todo tipo de caprichos que se desvanecen cuando él deja de existir. También es el ego el que establece sin fundamento alguno la trampa de la familia y las relaciones sociales, para capturar al alma ingenua en su implacable laberinto de compromisos y responsabilidades ficticias que nadie puede resolver adecuadamente. Aunque creo estar libre de dicho sentimiento del ego, sigo en un estado de ánimo confuso y atormentado, y no puedo pensar ni vivir sin su concurso. ¡Por favor, aclárame todo esto, si tienes la bondad!

Identidad del ego y la mente

Sin la gracia que disfrutan los que están al servicio de los santos, mi mente se muestra inestable como el viento. Nada le satisface ni contenta y cada día se siente más inquieta y trastornada. Por muchos objetos que consiga, la mente no puede alcanzar plena satisfacción, porque un colador no se puede llenar de agua. Revolotea sin cesar en todas direcciones y no consigue encontrar la felicidad. Sin darse cuenta de que está sembrando un gran sufrimiento en el infierno, busca el placer de este mundo, pero ni siquiera eso puede conseguir plenamente. Se agita inquieta como un león dentro de una jaula, porque ha perdido su libertad y no puede ser feliz sin ella. Lamentablemente, santo varón, todavía estoy atado por los espesos nudos de la red del deseo tejida por la mente. Del mismo modo que los furiosos remolinos de un río desbordado arrastran los árboles que crecen en sus orillas, la turbulenta mente arrastra sin compasión mi propio ser y no sé dónde lo lleva.

Me siento zarandeado por la mente como una hoja seca arrastrada por el viento, que no le deja descansar en parte alguna. Creo que la mente es la única causa de los objetos de los tres mundos. Cuando la mente desaparece, el mundo se desvanece como se disipa el humo cuando se apaga el fuego. Mientras la mente está atada a los deseos, la oscuridad de la ignorancia proyecta incesantes problemas y preocupaciones. Este estado de deseo agota las nobles cualidades de mi corazón y me despoja de toda dulzura y gentileza de ánimo, convirtiéndome en un ser duro y despreciable. En la oscuridad de la ignorancia, los deseos bailan y se agitan a mí alrededor como sombras grotescas y malintencionadas.

Aunque he adoptado varias medidas para acabar con esos deseos, ellos siguen asaltándome y me conducen fácilmente al extravío, como un vendaval arrastra un montón de paja sin el menor esfuerzo. Por más que pretendo cultivar el desapego y las demás buenas cualidades, los deseos abortan mis intenciones, como una rata roe con facilidad la cuerda más gruesa y bien tejida. Atado a la temible rueda del deseo, giro sin cesar en el inútil empeño de capturar lo que sólo puede hacerme sufrir. Aunque tenemos alas para volar, somos como pájaros estúpidos incapaces de eludir la red del deseo y refugiamos en el autoconocimiento.

Aunque bebiera néctar, no podría calmar esta sed de deseo. La característica del deseo es que no tiene una dirección determinada; ahora me conduce en una dirección y al momento siguiente me orienta en la contraria como un caballo desbocado. Despliega ante nosotros una compleja trama de hijos, hermanos, esposas y numerosos familiares y amigos, cual mágica caja de ilusiones. Aunque soy un héroe, esos deseos me convierten en un cobarde; aunque tengo ojos para ver, me dejan ciego; aunque tengo motivos para estar contento, me hacen sentir miserable; vivo como un niño atemorizado por el ruido más sutil.

Este temeroso duende del deseo es el responsable de la esclavitud y del infortunio humanos, pues anida en el corazón del hombre y hace nacer en él la duda y el resentimiento. En poder de este duende perverso, el hombre es incapaz de disfrutar siquiera de los objetos que tiene a su alcance. Si bien parece que esos deseos pueden brindarle deleite, jamás conducen a la felicidad ni al disfrute de la vida; muy al contrario, sólo provocan un esfuerzo estéril y conducen a toda suerte de aflicciones y desgracias.

Cuando aparece en el escenario de la vida, ese trágico deseo, como las viejas actrices, es incapaz de realizar nada noble o afortunado, y sus empresas se cuentan por fracasos. ¡A pesar de ello, el duende no deja de bailar sobre este trágico escenario! Tan pronto nos eleva al cielo como nos sepulta en los abismos más profundos de la tierra; nunca se cansa ni deja de agitarse, porque se apoya en el vacío de la mente. La luz de la sabiduría brilla unos instantes en la mente para volver a caer al momento siguiente en brazos de la ilusión. Casi me parece increíble que los sabios puedan cortar la temible soga del deseo con la afilada espada del conocimiento.

Naturaleza del cuerpo

Este lastimoso cuerpo lleno de músculos, arterias y nervios, también es una fuente de dolor. Aunque es inerte, parece consciente, y uno nunca sabe realmente si es sentiente o insentiente, lo que sólo provoca tristeza y desilusión. Disfruta con el más pequeño placer y se angustia por la menor contrariedad;¡no encuentro nada más absurdo y despreciable! Sólo puedo comparar el cuerpo con un árbol, un lugar de descanso para los seres vivos, cuyas ramas son los brazos, el tronco el cuerpo, los agujeros los ojos, los frutos la cabeza y las hojas sus numerosas dolencias y achaques.

¿Quién puede creer que el cuerpo sea de su propiedad? Nada podemos esperar de él con buen juicio, pero también es inútil la desesperación. No es más que una balsa que utilizamos para cruzar el océano del nacimiento y la muerte; pero jamás deberíamos considerarlo como nuestro propio ser.

Este árbol del cuerpo nace en el bosque llamado samsára, y la mente es el mono travieso que juguetea sobre sus ramas. Está lleno de los grillos de las preocupaciones, constantemente comido por los insectos de los sufrimientos, sirve de refugio a las serpientes venenosas de los deseos, y es morada del cuervo salvaje que es la cólera. En él nacen también las flores de las sonrisas y los frutos buenos y malos de las acciones, parece movido por el viento de la fuerza vital, sostiene sobre sus ramas a los pájaros de los sentidos, y proporciona a los viajeros la placentera y fresca sombra de la lujuria.

El espantoso buitre del ego se posa sobre su copa, pero su interior está seco y vacío como un árbol degenerado y podrido. Como veis, es poco adecuado para conseguir la felicidad. Tanto si dura mucho como si su existencia es corta, resulta totalmente inútil. Está hecho de carne y de sangre, y condenado como ellos a la vejez y a la muerte. Lleno de substancias impuras y afligido por la ignorancia, es el hogar de la enfermedad, el campo de la angustia, el escenario de las versátiles emociones y el reino de los estados mentales más contradictorios. ¡Cómo puede colmar mis esperanzas este cuerpo miserable!

¿Qué significa la riqueza, el poder, el cuerpo?: los tres son fatalmente truncados por el tiempo. Con la muerte inesperada, este desgraciado cuerpo se ve abandonado por el alma que mora en él y lo protege. Siendo así, ¿cómo puedo estar tranquilo en su interior? Desvergonzadamente, incurre una y otra vez en las más viles acciones. Su único destino debe ser la cremación final. Inconsciente de la vejez y de la muerte, que son patrimonio del rico y del pobre, sólo busca peligrosa riqueza y efímero poder. ¡Qué vergüenza me dan todos los que están esclavizados a un cuerpo e intoxicados por el vino de la ignorancia![  ].

[  ].Es evidente que este mundo está lleno de dolor y de muerte. ¿Cómo puede convertirse en una fuente de alegría sin perturbar nuestro corazón? La mente está llena de impurezas. ¿Cómo podemos limpiarla de esas manchas y cuál es el producto recomendado por los sabios para conseguirlo? ¿Puede alguien vivir en este mundo sin caer en las frenéticas corrientes del amor y del odio? Debe haber un secreto que permita vivir inafectado por la pena y el sufrimiento, como el mercurio que no se estremece cuando se le acerca al fuego. ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo podemos contrarrestar la inveterada costumbre de la mente de manifestarse en forma de universo? ¿Quiénes son los héroes que se libraron de esta ilusión, y qué métodos utilizaron para conseguirlo? Si consideras que soy incapaz de comprenderlo, me suicidaré.

Después de decir esto, Rama quedó en completo silencio. Todos los que estaban en la corte quedaron impresionados por las luminosas palabras del príncipe, que parecía capaz de librarse de la tiranía de la mente. Ellos mismos, al beber el néctar de las palabras del joven Rama, sintieron como si se hubieran librado de sus dudas y hubieran superado su propia ignorancia. Todos los que escucharon sus palabras no parecían seres vivos sino figuras pintadas, tal era su silencio e inmovilidad.

¿Quiénes habían oído el discurso de Rama?

Sabios como Vasishtha y Viswámitra, doctos ministros, miembros de la familia real incluyendo a su padre el rey Dasharatha, muchos ciudadanos, hombres santos, sirvientes, los pájaros en las jaulas, los animales domésticos, los caballos del establo real, los sabios divinos y los músicos del cielo. Probablemente el rey del cielo y los encargados de los otros mundos también las habían escuchado. Emocionados por su discurso, muchos de ellos le aclamaron con sus voces inundadas de gozosa emoción. Una cascada de flores cayó del cielo para celebrar las palabras del príncipe. Todos los que estaban reunidos en la corte se sintieron seducidos por su elocuencia. Nadie que no estuviera lleno de desapego hacia las cosas, ni siquiera el preceptor de los dioses, habría podido elegir mejores palabras para expresarlo.

Todos los que estábamos allí, fuimos muy afortunados al poder escucharlas. Nos embargaba un sentimiento de felicidad que no podríamos superar ni siquiera en el cielo. Los sabios de la asamblea confesaron: Con toda seguridad, las respuestas que los hombres santos van a dar a las importantes y sabias preguntas de Rama, deberían ser escuchadas por todos los seres del mundo. ¡Sabios, venid, acercaos todos a la corte del rey Dasharadia a escuchar las respuestas del gran sabio Vasishtha!.

Al escuchar esto, todos los sabios del mundo se presentaron en la corte donde fueron recibidos con los honores propios de su rango y condición: Si no se refleja en nuestro corazón la gran sabiduría de Rama, estaremos perdidos para siempre. ¡Sean cuales fueren nuestro poder y nuestras facultades, habremos demostrado con ello que carecemos totalmente de inteligencia!

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Todos los que estábamos allí, fuimos muy afortunados al poder escucharlas. Nos embargaba un sentimiento de felicidad que no podríamos superar ni siquiera en el cielo.

DISCURSO DE RAMA

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Una respuesta a “Discurso de Rama del Nuevo Año”

  1. Avatar de berna
    berna

    gracias por tener un blog tan bueno, no me conoces, ni te conosco pero mientras sigas escribiendo yo te sigo leyendo y mil gracias.

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